miércoles, 18 de septiembre de 2013

Mes de la Biblia

Los jóvenes y la Palabra de Dios
  
en los jóvenes encontramos a menudo un apertura espontánea a la Palabra de Dios y un deseo sincero de conocer a Jesús. En efecto en la edad juvenil, surgen de modo incontenible y sincero preguntas sobre el sentido de la propia existencia. A estos interrogantes, sólo Dios saber dar una respuesta verdadera. Esta atención al mundo juvenil implica la valentía de un anuncio claro; hemos de ayudar a que los jóvenes adquieran confianza y familiaridad con la Sagrada Escritura, para que sea como un brújula que indica el camino a seguir. Para ello se necesitan testigos y maestros, que caminen con ellos y los lleven a amar y a comunicar a su vez el Evangelio, especialmente a sus coetáneos, convirtiéndose ellos mismos en auténticos y creíbles anunciadores.
 Es preciso  que se presente la divina Palabra también con sus implicaciones vocacionales, para ayudar y orientar así a los jóvenes en sus opciones de vida, incluida la de un consagración total. Auténticas vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio encuentran terreno propicio en el contacto fiel con la Palabra de Dios. Repito también hoy la invitación que hice al comienzo de mi pontificado de abrir las puertas a Cristo: “Quién deja entrar a Cristo no pierde nada, nada-
absolutamente nada- de los que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la vida humana…Queridos jóvenes: ¡No tengan miedo a Cristo! El no quita nada y lo da todo. Quién se da a Él recibe el ciento por uno. Sí, abran, abran de par en par las puertas a Cristo y encontrarán  la verdadera vida”