Los
jóvenes y la Palabra de Dios
… en los jóvenes encontramos a menudo un apertura espontánea
a la Palabra de Dios y un deseo sincero de conocer a Jesús. En efecto en la
edad juvenil, surgen de modo incontenible y sincero preguntas sobre el sentido
de la propia existencia. A estos interrogantes, sólo Dios saber dar una
respuesta verdadera. Esta atención al mundo juvenil implica la valentía de un
anuncio claro; hemos de ayudar a que los jóvenes adquieran confianza y
familiaridad con la Sagrada Escritura, para que sea como un brújula que indica
el camino a seguir. Para ello se necesitan testigos y maestros, que caminen con
ellos y los lleven a amar y a comunicar a su vez el Evangelio, especialmente a
sus coetáneos, convirtiéndose ellos mismos en auténticos y creíbles
anunciadores.
Es preciso que se presente la divina Palabra también con
sus implicaciones vocacionales, para ayudar y orientar así a los jóvenes en sus
opciones de vida, incluida la de un consagración total. Auténticas vocaciones a
la vida consagrada y al sacerdocio encuentran terreno propicio en el contacto
fiel con la Palabra de Dios. Repito también hoy la invitación que hice al
comienzo de mi pontificado de abrir las puertas a Cristo: “Quién deja entrar a
Cristo no pierde nada, nada-
absolutamente nada- de los que hace la vida libre, bella y
grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes
potencialidades de la vida humana…Queridos jóvenes: ¡No tengan miedo a Cristo!
El no quita nada y lo da todo. Quién se da a Él recibe el ciento por uno. Sí,
abran, abran de par en par las puertas a Cristo y encontrarán la verdadera vida”