Cuánto vales?
y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Te quiero
A muchos suele sucedernos que durante el tiempo de estudio y trabajo nos
cuesta encontrar un momento para reflexionar el valor de la vida y el paso de
Dios en ella. Pensamos “cuando esté de vacaciones me dedicaré a pensar..” y las
vacaciones llegaron!!!
¿Cuántas veces Dios te expresa su amor? ¿Cómo sabes que para Dios eres importante y nunca perderás el VALOR del principio? A veces pensamos que Dios
nos ama por nuestras buenas obras, que si no hemos tomado buenas decisiones en
la vida su amor por nosotros disminuirá, pero lo cierto es que DIOS NOS AMA
siempre y a pesar de nuestras miserias, lo cual no significa que Él apruebe
nuestras malas acciones.
HISTORIA (para reflexionar y pensar)
Alfredo, con el rostro abatido de
pesar, se reúne con su amigo José a tomar un café. Deprimido, descargó
en él sus angustias ... que el
trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación ... todo
parecía estar mal en su vida.
José sacó entonces de su bolsillo
un billete de 100 dólares y le dijo: -"Alfredo, ¿quieres este
billete?"
Alfredo, un poco confundido, le
dijo: -"Claro ... son 100 dólares, ¿quién no los querría?"
Entonces José tomó el billete, lo apretujó entre sus puños, lo arrugó hasta
hacerlo un pequeño bulto de papel. Mostrando la estrujada pelotita verde a
Alfredo, volvió a preguntarle: -"Y ahora igual lo quieres?"
-"No sé qué pretendes con
esto", dijo Alfredo, "pero siguen siendo 100 dólares, claro que los
tomaré si me lo entregas."
Entonces José desdobló el
arrugado billete, lo tiró al piso y lo restregó con su pie en el suelo,
levantándolo luego sucio y marcado. -"¿Lo sigues queriendo?"
-"Mira José, sigo sin
entender que pretendes, pero ese es un billete de 100 dólares y mientras no lo
rompas conserva su valor..."
-"Entonces, debes saber que
aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee,
SIGUES siendo tan valioso como siempre lo has sido. Lo importante es saber cuánto
vales y eso ya Jesucristo te lo demostró muriendo por ti en la cruz. El
crucifijo nos lo recuerda: tu vales el precio de Su Sangre derramada para
salvarte. Así nos amó.
Entonces, lo que importa es saber
CUANTO VALES y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado".
Alfredo se quedó mirando a José
sin atinar con palabra alguna mientras el impacto del mensaje penetraba
profundamente en su cerebro. José puso el arrugado billete en la mesa
cerca de Alfredo y con una sonrisa cómplice agregó: -"Toma, guárdalo
para que te recuerdes de esto cuando te sientas mal ... ¡pero me debes un
billete nuevo de 100 dólares para poder usarlo con el próximo amigo que lo
necesite!"
Alfredo volvió a mirar el
billete, sonrió, lo guardó en su billetera y dotado de una renovada esperanza
llamó al mesero para pagar la cuenta.
TEXTOS BÍBLICOS PARA COMPLEMENTAR LA
REFLEXIÓN:
Mateo 12,12Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja!
Lucas 12,22-24 Después dijo a sus discípulos: «Por eso les digo: No se inquieten por la vida, pensando qué van a comer, ni por el cuerpo, pensando con qué se van a vestir. Porque la vida vale más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosecha, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros!
Lucas 12,22-24 Después dijo a sus discípulos: «Por eso les digo: No se inquieten por la vida, pensando qué van a comer, ni por el cuerpo, pensando con qué se van a vestir. Porque la vida vale más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosecha, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros!
I Pedro 1,18-19 Ustedes saben que fueron rescatados de la
vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y
la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin
defecto,
Gálatas 2, 20
y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
I Corintios 6,19-20¿O no saben que sus cuerpos son templo
del espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios? Por lo
tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio!
Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.
Te quiero
Te quiero porque has entrado en mi vida
más que el aire en mis pulmones, más que la sangre en mis venas. Has entrado
donde nadie podía entrar, cuando nadie podía ayudarme ni consolarme.
No ha habido día en que no te hablara ni
hora en que no te haya mirado. Y en tu rostro he leído la respuesta, en tus
palabras la explicación, en tu amor la solución.
Te quiero porque durante muchos años has
vivido conmigo y yo he vivido de Ti.
He bebido de tu ley sin advertirlo.
Me he alimentado, robustecido, me he
recobrado, pero sin darme cuenta: como un niño que se alimenta de
su madre y todavía no sabe llamarla con
ese dulce nombre.
Permíteme agradecerte –al menos un poco-
en el tiempo que me queda, por este amor que has volcado sobre mí y que,
irresistiblemente, me impulsa a decir: te quiero.
Chiara Lubich
Alegría desbordante
Espíritu Santo, tú eres alegría que
desborda,
que se derrama luminosa en cada criatura.
El mundo entero es un canto de gozo que
surge
como cascadas de vida de tu exceso de
amor.
Toca mi interior con tu gracia, Espíritu Santo,
para que pueda tomar parte de esa
felicidad.
Muéstrame la belleza y la bondad de las
cosas pequeñas.
Te doy gracias, Espíritu de vida, por el
agua, la luz,
los colores, las sensaciones de la piel,
la voz de mis amigos, las manos, el
cielo,
la sangre que corre intensamente y me
mantiene vivo.
Enséñame a buscar siempre algo más en la
vida.
Porque mientras hay vida hay esperanza.
Todos los días nacen niños, todos los
días puede aparecer un santo,
un sabio,
un héroe y el amor nos sorprende en cualquier esquina.
Despierta en mi interior, Señor amado, un
intenso amor hacia ti,
para que te busque con el corazón
ardiente,
para que me goce con tu amistad,
y repose en tu presencia cada noche con
una sonrisa en los labios.
Muéstrame las maravillas de tu amor.
Espíritu Santo, para que seas mi lugar de
delicias,
mi tesoro, mi banquete feliz. Me regocijo
en ti, infinito y lleno de gloria.
Ayúdame a probar la alegría de Jesús
resucitado.
Dame la potencia de tu gracia para que
todo mi ser
sea un testimonio de tu gozo.
Amén.
(Víctor Manuel Fernández)
Tocar el corazón
Tocar con el corazón
es no temer la cercanía que contagia.
Es llevar un poder mayor a toda magia.
Es saber resolver, no de teoría, sino en
práctica.
Tocar con el corazón
es afinar la piel, para escuchar cuando
alguien pasa.
Es vencer en la ternura, la indiferencia
y su coraza.
Es cargar en las manos, lo que en el
corazón se guarda,
y no guardar en el corazón, lo que a las
manos nunca baja.
Tocar con el corazón
es poner la propia carne por testaferro a
la palabra.
Es hacer del propio cuerpo su caja de
resonancia.
Tocar con el corazón
es renunciar al fruto antes que caiga.
Es exponerse a la aspereza de que el otro
se retraiga.
Es aceptar lo que la vida es y lo que
traiga.
Tocar con el corazón
es vivir a la puerta del que llama.
Es saber recibir y dar un “gracias”.
Es saber decir “estoy” cuando alguien
caiga.
Tocar con el corazón
es cobijar la vida del que anda como
paria.
Es ofrecer refugio al que quedó sin
patria.
Es ofrecerse uno al que nos pide plata.
Tocar con el corazón
es ponerle fermento a las cosas que se
amasan.
Es no temer a la vida aunque se anude la
garganta.
Es poner los pies en tierra y dejar de
estar en babia.
Tocar con el corazón
es percibir al Dios que pasa,
y dejar que con la orla de su manto… nos
atraiga.
Javier Albisu sj
La oración del abrazo
La oración acontece en el corazón de
la vida. Como es cuestión de amor, no solo se da en los rincones, sino allí
donde el amor se hace concreto, real. Las historias de amor que se tejen en la
vida cotidiana y que tienen tanto que ver con el cuidado de la vida debilitada,
los gestos de ternura y cariño hacia los enfermos, la solidaridad con los más
pobres de la tierra, son los nuevos pozos donde beber el agua viva de la
experiencia de Dios. Jesús, en la bellísima parábola del hijo pródigo, nos
muestra una imagen del Padre entrañable. Cuando vuelve el hijo perdido, roto
por dentro y por fuera, lo espera un abrazo que lo sana, lo recrea, le devuelve
la dignidad perdida. Eso es oración de abrazo. Así nos ora y nos crea nuestro
Padre Dios. En otro relato impresionante, en otra parábola, Jesús pinta una
escena de abrazo. Un samaritano se desvía de su camino, vuelve los ojos hacia
la orilla del camino y allí ve un hombre apaleado, al que unos salteadores han
dejado medio muerto. Llega donde está el herido, lo ve de cerca, se conmueve,
se acerca todavía más, le venda las heridas echándoles aceite y vino, lo monta
en su propia cabalgadura, lo lleva a la posa, lo cuida, da dinero al posadero
para que lo atienda. Esto es oración de abrazo. Así nos ora y nos abraza Jesús.
En otro pasaje de los evangelios, sorprendente, Jesús sube al monte y proclama
las bienaventuranzas, la carta magna del proyecto nuevo del Reino. Así queda
inaugurado un nuevo orden de cosas, el viejo mundo deja paso a un mundo nuevo
donde los valores son radicalmente distintos. Las bienaventuranzas son la más
hermosa oración de abrazo.
Así nos ora y nos abraza con sus dones el
Espíritu. La oración de abrazo sigue abierta, para que la continuemos cada uno
de nosotros. Las nuevas pobrezas llaman a la puerta del corazón. No es fácil
hacerla. ¿Cómo descubrir en los cuerpos desnudos de belleza y oscuros de
esperanza una claridad que nos alumbra? ¿Cómo vislumbrar un corazón donde todos
ven lodo? ¿Cómo despertar la gracia en los desgraciados? ¿Cómo levantar del
polvo a los desvalidos y alzar de la basura al pobre? Necesitamos nacer de
nuevo, nacer del Espíritu. “Para que haya fuentes en el desierto tiene que
haber pozos escondidos en la montaña” (Abbé Pierre). En la oración del abrazo
se da un intercambio de dones. El abrazado recibe dignidad, recupera la belleza
perdida. El que abraza descubre la ternura y la compasión que llevaba
escondidas en el corazón como semillas. Unos y otros pueden decir: “Me ha hecho
el abrazo. Esto ha sido un milagro patente”. El Espíritu nos enseña a orar.
Para ello nos señala a Jesús. Nos invita a estar cerca de Él y a seguir sus
pisadas. Nos mete en su corazón para orar como Él y como Él. Cuatro pasos para
practicar en el día a día la oración del abrazo.
1.- "Al ver
Jesús el gentío”. Jesús va por la vida con los ojos bien abiertos. Ve
todo lo que tiene delante. Ve a la gente, con su dolor y su gozo, con su
búsqueda y su cansancio. Y se encuentra con muchas miradas: cercanas y
distantes, autosuficientes o de súplica, desconfiadas o amigables. Jesús es un
contemplativo de los mil rostros que habitan nuestro mundo. Pero es más, Jesús
es la mirada del `Padre y el "mirar de Dios es amar" (Juan de la
Cruz), por eso no puede mirar sin amar, sin comprometerse con los que tiene
ante sí. La oración del abrazo comienza cuando detenemos nuestra mirada en las
personas que se cruzan con nosotros cada día, de la mañana a la noche.
2.- "Subió a la montaña”. Jesús, volcado
sobre las gentes, tiene también los ojos del corazón abiertos para mirar al
Padre. Siempre encuentra tiempo para irse a estar con Él. Sube al monte, para
orar, para entrar en intimidad con su Abbá. Y en ese diálogo de amor, el Padre
le muestra su rostro de misericordia entrañable y de cariño para todos; de modo
especial, para esa retahíla de oprimidos, hambrientos, cautivos, ciegos, los
que se doblan, justos, peregrinos, huérfanos, viudas. Éstos no merecen ni una
línea en los medios de comunicación, pero sorprendentemente sus nombres están
tatuados en el corazón del Padre. A Jesús se le graba todo esto dentro y
necesitará gritar desde los tejados lo escuchado en la intimidad. La oración
del abrazo se amasa cuando contemplamos con calma la ternura y la misericordia
del Padre hacia los últimos.
3.- "¡Dichosos!". Jesús quiere gritar
a todos lo que el Padre le ha comunicado. Se sienta, para indicar que lo que va
a decir es muy importante. Lo va a hacer con calma, para que su palabra penetre
como la lluvia en la tierra. Se le acercan los discípulos y se pone a hablar
enseñándoles. Jesús está feliz porque sobre los que no cuentan se ha derrochado
la gracia. Estando Jesús cerca no hay tristeza ni hundimiento definitivos. Toda
la pequeñez de la tierra se reviste de fiesta ante su presencia. Jesús pone
frente a sí todo lo bajo y despreciable de este mundo y se atreve a decir algo
escandaloso para el concepto de felicidad que tiene el mundo. ¡Dichosa tu
pobreza y tus llantos, tu hambre y tus gestos de misericordia, tu corazón
limpio y ese trabajo tuyo sencillo pero difícil por la paz, tu estilo de vida
aunque te acarree burlas y persecución... porque todo esto, que a uno le dan
ganas de esconder para que nadie lo vea, lo ha buscado Dios para besarlo, y poner
en ello su Reino y su consuelo, lo ha escogido para nacer él mismo y ser la
riqueza y el don más grande del hombre, de todo hombre! La oración del abrazo
se vive cuando miramos y abrazamos con ternura todas esas situaciones que a uno
le dan ganas de no mirar.
4.- "Dejaré un pueblo pobre y
humilde que confiará en el nombre del Señor". Este es el regalo
que quiere hacer Dios al mundo: un pueblo nuevo formado por todos los tocados
por su dicha. Al frente de este pueblo va Jesús, verdadera autobiografía de las
bienaventuranzas. Siguiéndole muy de cerca, los santos, innumerables hombres y
mujeres de ayer y de hoy, que han abrazado esta palabra y la han explicado con
su vida Y con ellos, nosotros, con un don inmenso dentro que se convierte en
tarea: ser un humilde reflejo del gozo y la belleza del Padre en medio del
mundo. Nuestra oración de abrazo termina siendo un gesto de ternura, de
acogida, de escucha, de mirada bondadosa, de amor comprometido con todos los
pequeños de la tierra. Y nadie mejor que María, que supo lo que es saberse
mirada por Dios en su humillación, para prestarnos su cántico, el de todos los
humildes enaltecidos y el de todos los hambrientos colmados.
La fe y el amor van de la
mano
La fe sin caridad no
da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de
la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la
otra seguir su camino. En efecto, muchos cristianos dedican sus vida con amor a
quién está sólo, marginado o excluido, como el primero a quien hay que atender
y el más importante de socorrer, porque precisamente en él se refleja el Rostro
de Cristo. Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el
rostro del Señor Resucitado, y es compañera de vida que nos permite distinguir
con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de
percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada
uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el
mundo.
(Porta Fidei)
El mundo necesita testigos de fe…
Lo que el mundo
necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados
en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón
y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene
fin. “Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada” (2Ts 3, 1):
que este año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo el Señor,
pues sólo en Él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un
amor único y duradero.
(Porta Fidei)
LA CULTURA DE LA VIDA: “El Dios de la Vida”
La vida es una palabra
tan clave en la Biblia que aparece más de 700 veces.
La palabra “vida”, es
tan importante para la Sagrada Escritura porque Yahvéh es el Dios viviente, de
quien procede la totalidad de la vida. Dios dice y las cosas son (Sal 32,9), es
decir, adquieren vida.
¡Más impresionante aún
es saber que esta palabra se encuentra más de 900 veces en las encíclicas del
beato Juan Pablo II!
¿Por qué se repite
tanto esta palabra?
LA
VIDA ES DON DE DIOS
Porque según la
Biblia, y según la enseñanza de la Iglesia, LA VIDA SE CONSIDERA SIEMPRE COMO
DON DE DIOS.
La vida es sagrada
porque viene de Dios, en especial la vida del hombre y de la mujer. Nuestra
vida es el aliento de Dios (Gn 2,7)
De allí la prohibición
del homicidio, incluso del criminal, como en el caso de Caín: “El que matare a
Caín culpable será siete veces” (Gn 4,15)
Dice el libro de la
Sabiduría 11, 25-12,1: Dios ama a todos los seres y no aborrece nada de lo que
ha hecho¸ si hubiera odiado alguna cosa, no la habría creado.
Y ¿cómo subsistirían
las cosas si el Señor no lo hubiera querido? ¿Cómo conservarían su existencia
si el Señor no las hubiera llamado?
A todos perdonas,
porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. Todos llevan tu soplo incorruptible.
YO
SOY LA VIDA, DICE JESÚS
En el Nuevo
Testamento, Jesús se identifica con la vida, Jesús es la vida.
Para el evangelio de
Juan (primer capítulo) Él es el Verbo de vida, que existía desde el principio
en Dios y era Dios mismo.
Mediante Jesús,
palabra de Vida, todo fue creado, en Él residía la vida que es la luz de los
hombres y que alumbra a todo hombre en este mundo.
Jesús nos revela la
identidad más profunda de Dios. Dios es Dios de vivos y no de muertos (Mc
12,27), y Él ha venido para que todos tengamos vida y vida en abundancia. (Jn
10,10)
Ese es el sentido
profundo de los milagros y del perdón de los pecados. Es comunicar nuevamente
la cercanía del don de Dios para aquellos que lo quieran acoger. Jesús comunica
la vida de Dios a quien la había perdido o la tenía debilitada por la
enfermedad y el pecado
DIOS
ES PADRE DE LA VIDA
Con sus acciones Jesús
nos revela que esa entrega, ese darse de la vida de Dios, tiene su razón de ser
en que Dios es Padre, compasivo y misericordioso.
Siempre dispuesto a
alegrarse porque el hijo o la hija alejados, estaban muertos y han vuelto a la
vida, estaban perdidos y han sido hallados.
Jesús nos enseña a
llamarlo, por eso, Abba, Padre. Como dice la carta de Pablo a los romanos
(6,23): “El libre don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús”. Como seres
humanos hemos recibido este don
físicamente a través del amor de nuestros padres, pero Dios es el autor de la
Vida y es el que nos la da primero.
Dice Jesús en el
evangelio de San Juan (10,28): “Yo les doy la vida eterna, y ellos nunca
perecerán, y nadie les sacará de mi mano.”
PARA REFLEXIONAR
- ¿Qué relación hay entre la vida eterna
y la vida temporal?¿ambos son dones de Dios?
- ¿Qué significa para nosotros que Dios
es el Dios de la Vida
¿Somos lo que decimos?
¿Alguna vez observaste qué piensas,
qué decís, cómo actúas, cómo es tu carácter? ¿Alguna vez te pusiste a pensar
que tus pensamientos marcan tus palabras, que tus palabras marcan tus actos…y
así hasta llegar a tu destino?
Generalmente, nos detenemos a
reflexionar en nuestras palabras después de haber ocasionado algo con ellas.
Bueno o malo.
Sólo cuando sucede algo inesperado
nos detenemos a preguntar ¿Por qué me sucedió esto a mí? ¿Acaso fue tan grave
lo que dije?
La palabra es mágica. La palabra es
sagrada. La palabra construye. La palabra destruye.
Una palabra basta para hacer feliz
a alguien. Una palabra basta para construir o destruir cualquier relación. Una
palabra es suficiente para herir profundamente.
Existe un tremendo poder en la
palabra. Son el cimiento de lo que creamos en nuestra vida día a día.
¿Cuáles son tus palabras al despertarte?¿Te
quejas porque tienes que ir a la escuela o el trabajo?¿Todos los días recuerdas
y haces un listado de tus dolores físicos?.
Seguramente, te resultará familiar
algunas de las siguientes frases: “Ah, otro día más”, “uf! es lunes, ojalá
fuera viernes”, “qué horror hace calor!”, te miras al espejo y dices: “estoy
gorda”, “una arruga más”, “las manchas de la piel no se fueron”, etc. Este
mensaje negativo te acompañará durante todo el día, dormirá con vos, aparecerá
en tus sueños, para amanecer al día siguiente más grande y fortalecido.
Nuestro reto debe ser emprender un
viaje a nuestro interior, observar nuestros pensamientos y adoptar actitudes e
incorporar palabras o afirmaciones positivas a nuestro vocabulario. Así
comenzaremos a dejar de vivir inconformes con nuestra historia.
A partir de este momento, la
observación de nuestros pensamientos y nuestras palabras debe ser una práctica
permanente.
Luego de hacernos responsables de
nuestras palabras, nos haremos responsables de nuestros actos y de todo lo
somos capaces de atraer. ¿Por qué culpar al otro de todo lo que nos sucede?
Debemos darnos cuenta de que
atraemos hacia nosotros la mayoría de las cosas que nos suceden.
“Observa tus pensamientos convertirse en tus palabras.
Observa tus palabras convertirse en tus actos
Observa tus actos convertirse en tus hábitos
Observa tus hábitos convertirse en tu carácter.
Observa tu carácter convertirse en tu destino”