jueves, 7 de noviembre de 2013

Dios es abridor de caminos. 


Cuando todo parece cansado, saca de los viejos troncos brotes nuevos.
Cuando todo parece confuso, saca de las confusiones claridades y verdad.
Dios nos sorprende dándonos futuro.

Dios es sembrador de amor en nuestro surco.
Con su bondad nunca agotada, rompe una y otra vez, la corteza de la monotonía.
Dios llena el tiempo de posibilidades.
Frente a caminos repetidos, nos propone caminos nuevos.

Dios desborda nuestras preguntas con su proyecto de vida.
Sale a nuestro encuentro como un sembrador esperanzado.
Invita a estrenar una nueva manera de vivir
Nunca se agota el agua de su fuente.

Dios siempre habla bien de nosotros y nosotras.
Cuando nos ponemos en menos de lo que somos, El levanta nuestra dignidad.

Dios nos propone, no impone, su amor.
Sabe esperar pacientemente nuestra respuesta.

Dios nos ofrece pistas en los caminos, nos regala testigos.
Pone ante los pueblos de la tierra paisajes de comunión.
Con un respeto exquisito sabe moverse en la hondura de los corazones.
Dios camina con todo ser humano.

Dios regala alegrías para cantar mientras caminamos.
Dios pone ante nuestros ojos gentes necesitadas para una solidaridad.
Dios solicita nuestra atención para un amor de bodas.
Dios quiere hacer algo increíble en nuestra vida.

La Cuaresma es una oportunidad que interpela nuestro vivir.
La Cuaresma es un lujo de bondad que nos sale al paso.
La Cuaresma es el empeño de Dios por sacar de cada persona lo mejor.
La cuaresma puede ser un milagro, si tú quieres dejarte acompañar por una Presencia.

Tú y Dios, mano a mano, corazón a corazón.
Prueba caminar con Él, vivir con Él.

Él quiere vivir contigo.

Ábreme la puerta


Ábreme la puerta, la puerta de tu corazón.
Ábreme quiero estar contigo.
 No tengas miedo.
No te importe que esté desordenada tu casa,
a oscuras o con frío.
 Ábreme, por favor.

Yo traigo leña y fuego,
haremos lumbre y el calor
romperá tu hielo y tu noche.
 Ya no habrá frío,
 se iluminará tu casa.
 Quemaremos en las llamas
 todo lo que sobre: basura,
que acumules en los rincones
 como si fuera un tesoro,
 pero que en el fondo
 sabes que no te puede llenar.


Cuéntame de tu vida, toda tu vida:
lo bueno y lo menos bueno,
 lo malo y lo peor.
Nada hay tan malo que no tenga solución,
 ni herida tan grave, que yo no pueda curar.

Dime lo que te llena y lo que te deja vacío.
Háblame de lo que te alegra
 y de lo que quisieras olvidar:
 tu entrega, tus triunfos, tus fracasos,
 tus resentimientos y temores,
 tus pecados y el orgullo herido,
más por la caída que por la infidelidad.

Todo; entrégamelo todo; lo convertiremos
 en lugar de encuentro y de salvación.

Te echaré aceite, curaré tus heridas,
te perfumaré con aromas de ternura
 y serás todo nuevo, todo mío.

Sabes que tú no eres la razón de tu vivir.
No busques en ti la fuente de tu alegría,
ni la paz en tus fracasos, ni la fuerza para tu andar.

Yo soy tu fuerza y tu pan,
 tu abrazo y tu perdón;
 luz para tu noche, calor para tu frío,
bálsamo para el corazón.

Me duele tu soledad;
que busques donde no hay;
 que bebas y que tengas sed,
que para tu hambre no tengas pan.
                                                                                                           
No te importen las caídas pasadas
 ni las que puedan llegar.
Quiero que sepas que
 cuanto más abajo estés tú
más abajo estaré yo.

Si mañana, cuando vuelva,
tienes frío y soledad,
 no pasaré de largo;
 haremos lumbre y otra vez de nuevo,
 habrá calor en tu hogar.


No pases de largo


No pases de largo ante el hermano que vive a tu lado: SOY YO, DICE JESÚS.

No pases de largo ante  el enfermo que te han encomendado: SOY YO, DICE JESÚS

No pases de largo ante las personas que trabajan contigo: SOY YO, DICE JESÚS

No pases de largo ante el familiar del enfermo: SOY YO, DICE JESÚS

No pases de largo ante el que en la calle te tiende la mano: SOY YO, DICE JESÚS

No pases de largo ante los que no tienen casa, trabajo ni patria: SOY YO, DICE JESÚS

No pases de largo ante las catástrofes sociales: SOY YO, DICE JESÚS


No pases de largo ante el drogadicto, el alcohólico, el que todos lo marginan: SOY YO, DICE JESÚS

No pases de largo ante el que, por cualquier motivo, vive bajo tu mismo techo: SOY YO, DICE JESÚS


Si crees que es tu hermano nadie debe marcharse de tu lado sin ser debidamente atendido




martes, 24 de septiembre de 2013

La fe y el amor van de la mano


La fe sin caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino. En efecto, muchos cristianos dedican sus vida con amor a quién está sólo, marginado o excluido, como el primero a quien hay que atender y el más importante de socorrer, porque precisamente en él se refleja el Rostro de Cristo. Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor Resucitado, y es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo.

                                                                                                                       (Porta Fidei)
Creer es Apasionante


Creer, arriesgar mucho en el camino de la fe. Tomárselo tan en serio que pongas la vida en ello. Buscar a Dios, aunque todos te digan que es un intento vano. Hubo épocas en que creer era lo normal, una rutina en medio de la vida, parte de la inercia de pertenecer a una sociedad donde todo venía definido en clave cristiana. Ya no es así. Hoy se cuestiona la fe. Se ningunea o ridiculiza al creyente. Hoy es más convencional mostrarse indiferente o criticón que mostrar apertura a una fe o una religión. Es más fácil hablar desde tópicos que buscar, en lo profundo, respuestas. Y, sin embargo merece la pena creer, contracorriente.

Merece la pena atravesar las incertidumbres, con una mirada puesta en lo invisible, y la otra en lo concreto. Merece la pena reconocer que se nos escapan muchas cosas y, sin embargo, el corazón te dice: «Él Vive». Entonces escuchas el evangelio, y descubres que habla de ti, y de mí, y de tantos otros. La gente te dice: «Pero, ¿todavía vas a misa?» «¿Rezas?» «¡Venga ya!» Y tú quieres decirles que sí, que en esa vivencia aterrizada de la fe hay mucha más hondura de la que intuyen, mucha más pasión de la que se adivina a primera vista, y que no cambiarías las mil preguntas que a veces te muerden por un minuto de confortable indiferencia.
Digamos todos/as juntos/as Creeré





Cuando parezca como si no puedas pelear más
Y se ve como si el camino llegó a su final
Cuando nadie en ti crea, cuando te cierren las puertas
Por favor no te detengas porque debes continuar

La esperanza te hará mirar más allá
Y la fe te dará fuerza de creer que vencerás
Ahora es tiempo de avanzar y del pasado olvidar
Y celebrar lo que vendrá, juntos cantar: Creeré, creeré, creeré!!


(Fragmento de la Canción: Creeré de Tercer cielo)

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Mes de la Biblia

Los jóvenes y la Palabra de Dios
  
en los jóvenes encontramos a menudo un apertura espontánea a la Palabra de Dios y un deseo sincero de conocer a Jesús. En efecto en la edad juvenil, surgen de modo incontenible y sincero preguntas sobre el sentido de la propia existencia. A estos interrogantes, sólo Dios saber dar una respuesta verdadera. Esta atención al mundo juvenil implica la valentía de un anuncio claro; hemos de ayudar a que los jóvenes adquieran confianza y familiaridad con la Sagrada Escritura, para que sea como un brújula que indica el camino a seguir. Para ello se necesitan testigos y maestros, que caminen con ellos y los lleven a amar y a comunicar a su vez el Evangelio, especialmente a sus coetáneos, convirtiéndose ellos mismos en auténticos y creíbles anunciadores.
 Es preciso  que se presente la divina Palabra también con sus implicaciones vocacionales, para ayudar y orientar así a los jóvenes en sus opciones de vida, incluida la de un consagración total. Auténticas vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio encuentran terreno propicio en el contacto fiel con la Palabra de Dios. Repito también hoy la invitación que hice al comienzo de mi pontificado de abrir las puertas a Cristo: “Quién deja entrar a Cristo no pierde nada, nada-
absolutamente nada- de los que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la vida humana…Queridos jóvenes: ¡No tengan miedo a Cristo! El no quita nada y lo da todo. Quién se da a Él recibe el ciento por uno. Sí, abran, abran de par en par las puertas a Cristo y encontrarán  la verdadera vida”