martes, 24 de septiembre de 2013

Creer es Apasionante


Creer, arriesgar mucho en el camino de la fe. Tomárselo tan en serio que pongas la vida en ello. Buscar a Dios, aunque todos te digan que es un intento vano. Hubo épocas en que creer era lo normal, una rutina en medio de la vida, parte de la inercia de pertenecer a una sociedad donde todo venía definido en clave cristiana. Ya no es así. Hoy se cuestiona la fe. Se ningunea o ridiculiza al creyente. Hoy es más convencional mostrarse indiferente o criticón que mostrar apertura a una fe o una religión. Es más fácil hablar desde tópicos que buscar, en lo profundo, respuestas. Y, sin embargo merece la pena creer, contracorriente.

Merece la pena atravesar las incertidumbres, con una mirada puesta en lo invisible, y la otra en lo concreto. Merece la pena reconocer que se nos escapan muchas cosas y, sin embargo, el corazón te dice: «Él Vive». Entonces escuchas el evangelio, y descubres que habla de ti, y de mí, y de tantos otros. La gente te dice: «Pero, ¿todavía vas a misa?» «¿Rezas?» «¡Venga ya!» Y tú quieres decirles que sí, que en esa vivencia aterrizada de la fe hay mucha más hondura de la que intuyen, mucha más pasión de la que se adivina a primera vista, y que no cambiarías las mil preguntas que a veces te muerden por un minuto de confortable indiferencia.