martes, 24 de septiembre de 2013

La fe y el amor van de la mano


La fe sin caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino. En efecto, muchos cristianos dedican sus vida con amor a quién está sólo, marginado o excluido, como el primero a quien hay que atender y el más importante de socorrer, porque precisamente en él se refleja el Rostro de Cristo. Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor Resucitado, y es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo.

                                                                                                                       (Porta Fidei)